22 jul 2011

Películas que dan miedo de verdad

El cine de terror (y sus numerosos subgéneros, desde el thriller inquietante hasta el gore) se ha convertido en las últimas décadas en uno de los géneros más rentables de la industria cinematográfica. Hay propuestas brillantes, sí, que crean tensión y desasosiego, pero la mayoría se despachan con un par de sustos y tramas de y para adolescentes subnormales.

Escribo esto tras ver una de estas últimas películas. El sopor que me ha generado me ha hecho reflexionar sobre las películas “de miedo” que realmente me han aterrado de verdad, que me han dificultado dormir tras su visionado. Y descubro que son muy pocas y que algunas que me alteraban cuando era niño me resultan ahora insoportables.

Aquí va una lista con algunas películas de terror en las que un servidor ha pasado miedo de verdad viéndolas de adulto. No incluyo thrillers o dramas que pueden angustiar y hacer pasar un mal rato al espectador (algunas de este tipo en las que lo he pasado mal últimamente han sido Shutter Island o La cinta blanca), sino que me ciño exclusivamente al género puro y duro:

La profecía
Un referente en el género “niño poseído” y en todo el cine de terror (junto a The innocents). El chaval, la cuidadora, el perro, los susurros de la banda sonora,… Aterradora.
         
        El resplandor
La imagen del niño con el triciclo a toda velocidad por los interminables pasillos del hotel forma ya parte de los miedos profundos de al menos un par de generaciones.

La semilla del diablo
Polanski filmó una atmósfera y un martirio brutal para una madre en el que nos embarcó a todos. La última parte de la película es de lo más acongojante que uno ha visto.

Paranormal activity
El género "falsa realidad" como fenómeno de masas nació a finales de los noventa con la discretita El proyecto de la bruja de Blair y se encuentra ahora en pleno apogeo con multitud de propuestas taquilleras, como Monstruoso o la española Rec. Paranormal activity sigue al pie de la letra las reglas de este tipo de cine. Es simple y vacía, sí, pero cuando la pareja se acuesta y el reloj de la videocámara comienza a avanzar, uno no sabe dónde meterse.  

The innocents
En España se la bautizó como “Suspense” (a todo esto, cómo se lo debían pasar hace medio siglo los que ponían los títulos que les daba la gana a las películas extranjeras). Auténtica joya del cine de miedo. Niños y fantasma aterradores en un viejo y gélido caserón.

The ring
Me refiero a la original japonesa. Aunque en un segundo visionado, me pareció aburrida y le vi las costuras por todos los lados, nunca olvidaré la primera vez que vi la escena final y la desconfianza con la que miré al televisor durante unos días.

Funny games
Me refiero a la original, aunque me han dicho que el remake es idéntico (a todo esto, ¿ha dado Haneke una explicación convincente de por qué se prestó a volver a rodar la misma película para los norteamericanos?). Bien es cierto que esta obra es más bien un ejercicio de estilo moralizante sobre la violencia y este tipo de "entretenimiento" cinematográfico, con caricaturas en vez de personajes malvados, y con apelaciones a la inteligencia del espectador sobre la catadura de lo que está viendo o disfrutando. Pero, más allá de las lecciones del director austriaco, el mal rato que pasa uno es de órdago.

18 jul 2011

Otra lista de series

Como este blog es muy original, aquí va una lista de las mejores series de televisión que he visto. En mi humilde opinión, claro.

1- The wire
Literatura rusa, disección certera, compleja y total de una ciudad, personajes inolvidables. Lo que quieran. El Baltimore de primeros de siglo forma parte ya de nuestra memoria sentimental. Cinco temporadas perfectas componen esta maravilla de la cadena HBO.

2- El ala oeste de la Casa Blanca
Nadie escribe diálogos entre personas muy inteligentes como Aaron Sorkin. El humor, la mala leche y el inmenso talento derrochado en réplicas vertiginosas desbordan los capítulos de esta extraordinaria serie. Se esperan con ansiedad nuevos proyectos del escritor.

3- Mad men
Elegante y perfecta con sabor al mejor cine clásico. Pero no sólo es eso. Mad men también es una compleja obra sobre las contradicciones, deseos y desesperanzas humanas. Lo mejor de la televisión actual. 

4- Los Soprano
Inolvidable serie sobre la vida familiar y profesional de un mafioso con problemas de estrés. James Gandolfini nunca dejará de ser Tony.

5- Breaking bad
Inteligente y enferma, como su protagonista. Una de las propuestas más complejas, amorales y curiosas de la televisión. A ver cómo la cierran.

6- Lost
No tiene la calidad literaria de las anteriores pero ya es historia de la televisión. Como lo fueron Twin Peaks o Expediente X. Sugerente y profunda a veces. Adictiva siempre.

7- The Pacific
Sorprendentemente, peor considerada que su gemela Band of brothers. En mi opinión, está mucho más conseguida. Perfecto cine bélico con el sello Spielberg. Tiene capítulos inolvidables que perfectamente podría haber firmado Eastwood, como Melbourne. Y una banda sonora eterna. 

8- Twin Peaks
David Lynch dejó su sello con esta propuesta atemporal. La especial y envolvente atmósfera y el extraño y genial sentido del humor disculpan la deriva que tomó la serie en los últimos capítulos.

9- Expediente X
Marcó una época de la televisión que sigue vigente. De hecho, la exitosa e interesante Fringe no deja de ser una revisión de este clásico.

10- Treme
Quizás es un poco osado incluir esta serie después de una sola temporada. Pero es que repite con similar calidad dramática el acercamiento de The Wire a una ciudad y sus habitantes, esta vez a la Nueva Orleans post Katrina. Lo hacen desde la maravillosa música de la ciudad, que marcará toda la serie (en Baltimore utilizaron la droga). Veremos cómo evoluciona.


15 jul 2011

Eterna película sin importancia



Disculpen el facilón y evidente juego de palabras en el título pero lo cierto es que la exitosa Pequeñas mentiras sin importancia (Guillaume Canet) también es facilona, evidente y, por encima de todo, eterna. 

La mayoría de escritores y cineastas no suelen resistir a la tentación de, en algún momento de sus carreras (suele ser al principio), intentar construir un fiel retrato de la crisis de su propia generación cuando la vida ya va en serio. De sus miedos, hipocresías y contradicciones. De su resistencia peterpanesca. En estos casos, el formato de grupo de amigos de la infancia/juventud que se reúnen cuando ya no son los que eran (ni lo que iban a ser) y viven una especie de catarsis personal y colectiva y tal... resulta muy socorrido. 

En este subgénero, recuerdo con muchísimo agrado la excepcional Reencuentro (Lawrence Kasdan) y me pareció en su momento también notable (aunque menos que la anterior) Los amigos de Peter (Kenneth Brannagh), pese a sus exageraciones y su final efectista. En el cine español, muy dado a las reflexiones generacionales presuntamente profundas aunque terriblemente huecas en el fondo, podemos encontrar ejemplos para aburrir. Salvaría quizás las propuestas de Cesc Gay en En la ciudad y, sobre, todo en la olvidada e infravalorada Ficción (soberbio Eduard Fernández en ambas, por cierto).

La película de Canet, que ha arrasado en Francia y también ha cosechado muy buenos resultados de taquilla en España, sigue al pie de la letra las reglas no escritas y los lugares comunes de este tipo de obras. En esta ocasión, un grupo de amigos en torno a los cuarenta afrontan unas vacaciones mientras un miembro de la cuadrilla se debate en un hospital entre la vida y la muerte tras un grave accidente de tráfico. 

Hasta aquí, todo bien. De hecho, el film arranca con mimbres esperanzadores. Los personajes están bien definidos, la historia fluye con cierto pulso y durante la primera hora, mientras vamos descubriendo los roles de cada uno y la película se instala en un tono de comedia agridulce, la obra es bastante efectiva. Además, el magistral trabajo de François Cluzet, que se come a sus compañeros de reparto en cada escena, eleva la altura del conjunto.

Sin embargo, a partir de este momento la película entra en barrena. Se alargan innecesariamente las tramas, surgen otra reiterativas y poco creíbles y el sopor se adueña de la escena. Las historias y sus resoluciones son obscenamente evidentes y se nos ofrecen, entre videoclip y videoclip, tan masticadas que, a su lado, Up sería un referente del cine de arte y ensayo. Además, desaparece el tono relajado que había sostenido a la película y se nos pretende adentrar en un territorio presuntamente intenso y trágico, aunque en el fondo sólo consiga ser aburrido y torpe.

Pero lo peor nos espera en el desenlace. Además de previsible y penoso, lo realmente irritante es su duración. La escena final, forzada y relamida, resulta ante todo eterna. No recuerdo haber mirado tantas veces el reloj en un cine como en este espectáculo burdo que culmina casi tres horas de supuesta terapia generacional. Y todo ello finaliza en un momento final absolutamente ridículo. De vergüenza ajena.

Guillaume Canet ha obtenido un éxito descomunal con esta interminable película. Y me alegro, pero no lo puedo comprender. Supongo que Cesc Gay tampoco. En el mejor de los casos, la obra pide a gritos unas tijeras y toneladas de sutileza. Quizás uno se ha vuelto muy fino. 


P.D. Dicho todo lo anterior, he de confesar aturdido que muchas personas de mi entorno se han emocionado sinceramente con esta película. Ello nos debe llevar a todos a reflexionar seriamente sobre nuestra existencia.