Lo verdaderamente sorprendente en
De tu ventana a la mía es que haya
sido firmada por una debutante. Paula Ortiz ofrece una película de factura
sublime, con fotografía y encuadres extraordinarios, que revela una madurez
impactante.
El filme se acerca a tres mujeres
(interpretadas por Leticia Dolera, Maribel Verdú y Luisa Gavasa), de distintas
edades y en diferentes momentos del siglo pasado, que tienen que afrontar situaciones dramáticas y renunciar a sus vidas y a sus sueños.
Ortiz utiliza estas tres
historias para intentar construir una especie de homenaje a las heroínas
silenciosas, a su sufrimiento y lucha callada para intentar seguir adelante. Un poema desolado y reivindicativo
sobre la esperanza. Lo ejecuta con insolente preciosismo, logrando un resultado
desigual pero convincente.
El problema de la obra surge
cuando nos acercamos al guión. Es una pena descubrir dos tramas bastante
tópicas y previsibles (en especial, la ambientada en la Guerra Civil), que
salvan de alguna manera la presencia de Dolera, la interpretación de Verdú
y la magistral dirección. Y es que, pese a los estimables esfuerzos barrocos de
Ortiz en ambas, sólo será en la historia ambientada en los años setenta, que aborda
la amargura de la llegada de la vejez y la enfermedad, más simple y desnuda,
cuando verdaderamente se eleva la película. Hay algunos momentos en este capítulo realmente
inolvidables.
En conjunto, una cinta triste,
excesiva, con alma poética no del todo lograda. Pero también muy bella. Y con
una dirección exquisita.
Al ver De tu ventana a la mía resulta también inevitable preguntarse
dónde coño está el público de cine español ¿Por qué una obra tan emocionante y bien
realizada no ha llegado al espectador medio? De verdad, es para hacérnoslo
mirar.
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