4 ago 2012

Douglas y Komova: la alegría y la trascendencia


Gabrielle Douglas consiguió el pasado jueves la medalla de oro de gimnasia pero lo curioso fue que la logró sin perder la sonrisa y la frescura. Como si estuviera en su gimnasio de Iowa en la última hora de su entrenamiento antes de ir a tomar un helado, la gimnasta de 16 años accedió al trono de los Juegos de Londres con una serie de ejercicos correctos rematados siempre por una expresión de felicidad contagiosa.

Gabrielle Douglas

En contraste con la alegría americana, la rusa Viktoria Komova dio un recital de sufrimiento y trascendencia. Su expresión de dolor cuando vio a la americana incendiar al pabellón en su ejercicio de suelo fue dramática e inolvidable. Sabía que tendría que hacer un ejercicio de diez y ni aún así tendría muchas posibilidades de desbancar a su rival. Todo dispuesto, pues, para que el riesgo que debía tomar la llevara al suelo y al ridículo. Sin embargo, con la frialdad de tiempos soviéticos, Komova se marcó un ejercicio inolvidable, majestuoso, perfecto.

Komova (derecha) sufre durante la competición

Douglas y Komova no se saludaron al finalizar la competición, confirmando que representan dos almas, dos visiones del mundo antagónicas. Las de la alegría despreocupada y la grave trascendencia.

El que ha superado ya esta fase de dudas existenciales o feliz ingenuidad es Michael Phelps. Ya está por encima de cualquier filosofía. Él disfruta en estos juegos de su homenaje y se ha dado el lujo de ganar dos oros más con tranquilidad funcionarial, como el japonés Uchimura en gimnasia masculina.

Ah, llegaron las medallas españolas. Nadie esperaba unas carreras así de Mireia Belmonte. Tampoco ella. Fueron dos platas monumentales, de gran campeona, cosa que no pensábamos que estuviera al alcance de la catalana. Lo de Maialen Chorraut estaba en las previsiones pero las previsiones hay que cumplirlas, que pensará Jordyn Wieber, quien el jueves compartió con Komova la gravedad de la derrota ante una sonrisa despreocupada que parecía querer salir corriendo a comprar un helado.

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