13 ago 2012

El maldito y melancólico día después


A los que nos gusta el deporte, el día después de los Juegos experimentamos una melancolía insoportable. Como la madre que acaba de despedir a un hijo que se va a estudiar fuera, ese día, en una muestra irrefutable de nuestra inmadurez, nos venimos irremediablemente abajo. Así que lo mejor será cerrar esto cuanto antes y centrarnos en la prima de riesgo.

De los Juegos diremos que han sido bastante interesantes, algo previsibles y con la dosis adecuada de momentos memorables. En la piscina, Ryan Lochte no pudo acercarse al olimpo y le dejó también el reinado de estos juegos al homenajeado Michael Phelps. Vimos a una china hacer una marca sideral en 400 estilos, a una americana coleccionando medallas y a un velocista francés poniendo patas arriba al estadio. Celebramos bastantes records y jubilamos al poliuretano. Todo correcto.

En atletismo, tampoco hubo excesivas sorpresas. Bolt dominó la velocidad masculina, jamaicanas y americanas se repartieron la femenina, Farah se convirtió en el rey del fondo y los kenianos anduvieron bastante desorientados. Salvo Rudisha, claro, que nos regaló el momento de los juegos corriendo en solitario en menos de 1,41 los 800 metros. También hemos empezado a borrar de la historia a la RDA, con el record mundial femenino de 4x100 que consiguió el maravilloso relevo norteamericano, y se rozó el record del mundo en las fantásticas carreras de vallas. Todo aparentemente bien.


Siempre Usain.

En cuanto a la gimnasia, se cumplieron en general los pronósticos y las americanas, que desde Atlanta 96 no presentaban un equipo tan competitivo, fueron las reinas de los juegos. En individual, Gabrielle Douglas le arrebató el trono y enseñó la puerta de salida a su compatriota Jordyn Weiber, que tuvo que ver la final desde la grada.   

En deportes de equipo, ha destacado la sorprendente victoria de México en fútbol, que mantiene la maldición de Brasil en el torneo. En baloncesto, los norteamericanos revalidaron son solvencia su título de Pekin y los franceses tiraron de experiencia para conquistar el balonmano. Buenos torneos en general.

Ah, los españoles. Pues, salvo Mireia Belmonte, ni fu ni fa. 17 medallas y más de 30 diplomas que nos sitúan en la media de los últimos años. Desaparecidos en el estadio y en la gimnasia, nos agarramos a lo que sea. Eso sí, la nadadora de Badalona hizo historia al situar en primer plano a España en la piscina en dos carreras inolvidables para el deporte de nuestro país. Ojalá sirva para fortalecer la estructura y afición de la natación nacional.

Mención especial merece la generación del 80 de baloncesto, que han disputado sus últimos Juegos Olímpicos. Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, José Manuel Calderón y Felipe Reyes fueron sus representantes en Londres (no estuvieron Raúl López, Carlos Cabezas o Berni Rodríguez). Campeones del mundo junior, campeones del mundo senior, dos veces campeones de Europa, dos platas olímpicas. Con ellos se van los mejores años de nuestras vidas.


Generación del 80 del baloncesto español (foto de 1999)

Ah, y Londres. Pues no les han quedado nada mal los juegos a los británicos. El tiempo se ha portado, el ambiente en los estadios era fantástico, la pista de atletismo rapidísima y el transporte no ha colapsado. Tampoco hemos tenido ninguna polémica grave. Quizás el único pero haya sido la ceremonia de inauguración que se marcó Danny Boyle, lastrada ya de antemano por la majestuosidad que vimos en Pekin.

Bueno, ya está. Hay que seguir. En unas horas, habrá desparecido la melancolía del maldito e inmaduro día después de los juegos. Ya veremos lo que hacemos.

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