A los que nos gusta el deporte, el día después de los Juegos
experimentamos una melancolía insoportable. Como la madre que acaba de despedir
a un hijo que se va a estudiar fuera, ese día, en una muestra irrefutable de
nuestra inmadurez, nos venimos irremediablemente abajo. Así que lo mejor será
cerrar esto cuanto antes y centrarnos en la prima de riesgo.
De los Juegos diremos que han sido bastante interesantes, algo
previsibles y con la dosis adecuada de momentos memorables. En la piscina, Ryan
Lochte no pudo acercarse al olimpo y le dejó también el reinado de estos juegos
al homenajeado Michael Phelps. Vimos a
una china hacer una marca sideral en 400 estilos, a una americana coleccionando
medallas y a un velocista francés poniendo patas arriba al estadio. Celebramos
bastantes records y jubilamos al poliuretano. Todo correcto.
En atletismo, tampoco hubo excesivas sorpresas. Bolt dominó
la velocidad masculina, jamaicanas y americanas se repartieron la femenina, Farah
se convirtió en el rey del fondo y los kenianos anduvieron bastante desorientados.
Salvo Rudisha, claro, que nos regaló el momento de los juegos corriendo en
solitario en menos de 1,41 los 800 metros. También hemos empezado a borrar de
la historia a la RDA, con el record mundial femenino de 4x100 que consiguió el
maravilloso relevo norteamericano, y se rozó el record del mundo en las fantásticas
carreras de vallas. Todo aparentemente bien.
En cuanto a la gimnasia, se cumplieron en general los pronósticos y las americanas, que desde Atlanta 96 no presentaban un equipo tan competitivo, fueron las reinas de los juegos. En individual, Gabrielle Douglas le arrebató el trono y enseñó la puerta de salida a su compatriota Jordyn Weiber, que tuvo que ver la final desde la grada.
![]() |
Siempre Usain. |
En cuanto a la gimnasia, se cumplieron en general los pronósticos y las americanas, que desde Atlanta 96 no presentaban un equipo tan competitivo, fueron las reinas de los juegos. En individual, Gabrielle Douglas le arrebató el trono y enseñó la puerta de salida a su compatriota Jordyn Weiber, que tuvo que ver la final desde la grada.
En deportes de equipo, ha destacado la sorprendente victoria
de México en fútbol, que mantiene la maldición de Brasil en el torneo. En
baloncesto, los norteamericanos revalidaron son solvencia su título de Pekin y
los franceses tiraron de experiencia para conquistar el balonmano. Buenos
torneos en general.
Ah, los españoles. Pues, salvo Mireia Belmonte, ni fu ni fa.
17 medallas y más de 30 diplomas que nos sitúan en la media de los últimos
años. Desaparecidos en el estadio y en la gimnasia, nos agarramos a lo que sea.
Eso sí, la nadadora de Badalona hizo historia al situar en primer plano a
España en la piscina en dos carreras inolvidables para el deporte de nuestro
país. Ojalá sirva para fortalecer la estructura y afición de la natación
nacional.
Mención especial merece la generación del 80 de baloncesto,
que han disputado sus últimos Juegos Olímpicos. Pau Gasol, Juan Carlos Navarro,
José Manuel Calderón y Felipe Reyes fueron sus representantes en Londres (no
estuvieron Raúl López, Carlos Cabezas o Berni Rodríguez). Campeones del mundo
junior, campeones del mundo senior, dos veces campeones de Europa, dos platas
olímpicas. Con ellos se van los mejores años de nuestras vidas.
Ah, y Londres. Pues no les han quedado nada mal los juegos a los británicos. El tiempo se ha portado, el ambiente en los estadios era fantástico, la pista de atletismo rapidísima y el transporte no ha colapsado. Tampoco hemos tenido ninguna polémica grave. Quizás el único pero haya sido la ceremonia de inauguración que se marcó Danny Boyle, lastrada ya de antemano por la majestuosidad que vimos en Pekin.
![]() |
Generación del 80 del baloncesto español (foto de 1999) |
Ah, y Londres. Pues no les han quedado nada mal los juegos a los británicos. El tiempo se ha portado, el ambiente en los estadios era fantástico, la pista de atletismo rapidísima y el transporte no ha colapsado. Tampoco hemos tenido ninguna polémica grave. Quizás el único pero haya sido la ceremonia de inauguración que se marcó Danny Boyle, lastrada ya de antemano por la majestuosidad que vimos en Pekin.
Bueno, ya está. Hay que seguir. En unas horas, habrá
desparecido la melancolía del maldito e inmaduro día después de los juegos. Ya veremos lo que hacemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario