Desde hace cuatro años, Michael Phelps sabía que el 31 de
julio de 2012 se iba a covertir en el mejor deportista de la Historia.
Este olimpo diferido, esta certeza absoluta de la gloria, debe de ser
agotadora. Porque el nadador de Baltimore ya tocó el cielo y logró su momento
para la eternidad en la piscina de Pekin, con sus brutales ocho oros, y era obvio que las
medallas que necesitaba en Londres iban a caer casi por inercia. Así que, como un príncipe
heredero esperando durante años a subir al trono, el estadounidense se ha
pasado este tiempo manteniendo la forma, viendo cómo otros jóvenes iban superándolo y preparando sus palabras de agradecimiento que por fin pronunció ayer. Para
Phelps, esto de Londres no eran unos juegos,
era un homenaje.
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Decimoctava visita de Phelps al podium olímpico |
Como las hazañas seguras resultan aburridas, buscamos
nuevos héroes en la piscina. Agnel, Franklin o la lituana de 15 años
Meilutyte llenan en 2012 las crónicas elogiosas de los diarios. También
encontramos a la china de 16 años Ye Shiwen, pero aquí los textos periodísticos
desprenden un aire a thriller. En este caso, más allá de lo que nos parezcan sus
marcas, hay algo de cruel en que una niña de esta edad tenga que leer este tipo
de páginas sobre sus triunfos.
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Yannick Agnel |
Comparten también con Phelps la engorrosa rutina de hacer historia
el equipo americano de baloncesto o Usain Bolt. Por suerte para el jamaicano, ha
surgido un candidato serio en las pruebas de velocidad, su compatriota y supuesto amigo Johan
Blake, lo que le hace más llevadera la espera.
Como las medallas de Phelps y quizás con la excepción de la
hazaña francesa en la piscina, los primeros días de los Juegos están
impregnados de cierta previsibilidad. Las críticas a la organización, las
fases previas de los deportes de equipo, la ansiedad española, los resultados por equipos en gimnasia. Esperamos con impaciencia nuevos héroes, hazañas inesperadas, los rostros que acompañarán a Yannick
Agnel en los resúmenes de dentro de cuatro años.
El de la gimnasta estadounidense Gabrielle Douglas puede ser uno de ellos. Ayer, ella y su equipo nos regalaron una serie de ejercicios
perfectos que hicieron hervir al pabellón de North Greenwich, y nos recordaron que
la previsibilidad de una victoria, la rutina de hacer historia, pueden también
esconder belleza.
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Douglas celebra el triunfo junto a sus compañeras |
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