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Evans y su equipo, de charleta ayer en la cima de Pegueres |
Sugiere Cadel Evans que tirar chinchetas en las carreteras antes del paso de los ciclistas es una práctica habitual en España. Parece ser que el australiano no corre ya mucho por aquí porque, ya se sabe, es por todos conocido, que los españoles nos dedicamos a vaciar los cajones de clavos cada vez que se acerca una carrera para, amparados en nuestra milenaria gracia, arrojarlos a la calzada minutos antes de que pase el pelotón. No seré yo quien lleve la contraria al todavía campeón del Tour de Francia pero, más allá del gamberrismo patrio, convendría también que Evans organizara un poco su equipo, más que nada por no dar los bochornosos espectáculos ofrecidos ayer en el puerto de Pegueres y en la Vuelta de 2009. Que una cosa es pinchar y otra hacer el moonwalk en la cima de un puerto.
A quien no debió sorprender ayer esta hostilidad del público
fue a Óscar Freire, a quien en el Tour de 2010 no le pusieron clavos en el
asfalto, sino que le dispararon con una pistola de balines. Se ve que a alguno
(en aquella ocasión, Evans no culpó a los españoles) no se le ocurrió mejor
idea que practicar su tiro en la bajada de un puerto, alcanzando al ciclista
español y a neozelandés Julian Dean.
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Freire muestra un disparo recibido durante una etapa del Tour 2010 |
Pero aún más traumáticos para los ciclistas fueron los abucheos,
insultos y hasta escupitajos que recibieron por parte del público francés, esta
vez sí, en una de esas etapas que decidieron no disputar en la edición de 1998.
Aquel año, la policía decidió registrar los hoteles en busca de sustancias
dopantes y, por ello, los equipos españoles decidieron abandonar la carrera.
Porque, ya se sabe, es por todos conocido, que en España se practica tolerancia
cero hacia el dopaje.
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