3 jul 2012

La Cultura de la Transición y otros cuentos


Resulta edificante encontrar propuestas que se alejan voluntariamente de los cauces tradicionales y pretenden abrir nuevos caminos a la hora de interpretar los cánones de la cultura española de las últimas décadas. Por su frescura y descaro, la obra CT o la Cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española (Debolsillo) representa un loable y sano intento de cuestionar los dogmas y estructuras predominantes de este sector en España.


Los autores participantes en el proyecto, coordinado por Guillem Martínez, entienden que la Cultura de la Transición (desde aquí, CT, como a ellos les gusta denominarla) ha sido un paradigma cultural hegemónico que ha actuado como tapón de otros movimientos o corrientes no aceptados. Es una cultura, según Amador Fernández Savater, consensual, despolitizadora y desproblematizadora, que se ha adueñado de las palabras, los temas y la memoria. Toda obra está absolutamente pautada y prevista, mientras que lo problemático no se considera cultura. “La cultura no se mete en política y el Estado no se mete en la cultura”, explica Martínez. La mayoría de autores consideran que esta estructura hegemónica se ha visto desestabilizada por el movimiento 15-M y por la aparición de las redes sociales y de una generación que trata de romper este escenario.

La hipótesis de trabajo, como vemos, sería tentadora. Sin embargo, el libro se limita a recopilar un conjunto de textos que, en su mayoría, se centran simplemente en repetir o comentar una tesis que consideran irrefutable. En este sentido, se echa de menos cierta profundización en las cuestiones que tratan o simplemente esbozan los autores. Da la sensación de que muchos de ellos son planteamientos de brocha gorda, con argumentos cogidos a la carrera aquí y allá para reafirmar su convicción. Además, se intuye un molesto adanismo en la mayoría los textos, que presentan una enmienda a la totalidad a 35 años de cultura en este país.

En segundo lugar, parece obvio que la obra peca de exceso de ambición y trata de abarcar demasiado. Se mezclan argumentos, o más bien esquemas, políticos, periodísticos, literarios, musicales, cinematográficos, televisivos, sin apenas orden, detalle o profundidad. Absténganse pues quienes busquen sesudos ensayos que traten de demostrar la existencia de una CT hegemónica, sus mecanismos de control y sus efectos en la sociedad.

Y llama por último la atención la absoluta confianza o incluso obsesión que manifiestan la gran mayoría de autores con el movimiento 15-M como elemento liberador, como alternativa que ha descolocado a la CT, incapaz de darle sentido desde sus tradicionales estructuras.

Pero más allá de estas reflexiones generales sobre la obra, merece la pena realizar algunos comentarios sobre las temáticas y algunos aspectos interesantes que contienen los trabajos.


Política
Algunos textos se centran exclusivamente en la política de la Transición y dejan en segundo plano los aspectos más genuinamente culturales. En general, utilizan argumentos clásicos muy críticos hacia el llamado "mito de la Transición". Nada especialmente nuevo. Sí resulta curioso el empeño por contraponerlo con el 15-M, las redes sociales, las descargas o el No a la guerra. En cuanto al 15-M, algunos de ellos avisan a este movimiento de que no caiga en la trampa de realizar propuestas políticas o de formar un partido, porque su indefinición es lo que realmente trastorna a la CT. Curioso argumento.

Literatura
En el ámbito literario, Carolina León y Pablo Muñoz abordan el poder que han mantenido durante treinta años los suplementos culturales de las grandes industrias mediáticas para crear un canon literario español de cohesión. “Entras en el canon si tus ficciones sirven al modelo y se desenvuelven sin verdaderos conflictos con el presente”, apunta León. La autora considera que, en general, la crítica ha evitado problemas con este canon y ha reforzado el modelo de la CT, y pone como ejemplo el recordado incidente del crítico Ignacio Echevarría (uno de los autores de este volumen) con el escritor Bernardo Atxaga a cuenta de la novela El hijo del acordeonista. Finalmente, León muestra confianza en el 15-M para revitalizar la crítica literaria sin que parezca preguntarse qué tendrá que ver una cosa con la otra.

La escritora Belén Gopegui ahonda en estos argumentos en una reflexión enmarañada y confusa sobre estar o no en la CT. Ella no se considera dentro.

En cuanto a escritores, los autores del volumen citan como claros exponentes de la CT a Muñoz Molina, Javier Marías, Félix de Azúa, Juan José Millás, Rosa Montero o Javier Cercas (ya que estamos, también podían haber llamado al régimen cultural hegemónico Cultura Prisa). Como excepciones al modelo, mencionan a Rafael Chirbes, Isaac Rosa, Alberto Olmos o a la citada y colaboradora en el volumen, Belén Gopegui. Llama la atención una diferenciación que realiza Guillem Martínez: Muñoz Molina y Javier Cercas son CT; Carlos Ruiz Zafón y Arturo Pérez-Reverte son cultura de masas. Demasiada brocha gorda, reitero.

Música
En este apartado, Víctor Lenore, aunque también cae en generalizaciones y en otros defectos comunes a la mayoría de los textos, aporta algunas de las ideas más sugerentes del conjunto de la obra. El autor mantiene que la CT, con su industria y medios, han silenciado durante treinta años a grupos con carga política y a la música popular de las clases medias y bajas. Así, recuerda que sólo Extremoduro y La Polla Records pudieron romper en alguna ocasión este tapón. En este sentido, mantiene que la mayoría de la música escuchada por los jóvenes de clases populares en los ochenta y noventa, bakalao y rock duro, fue silenciada por los medios de comunicación. Además, también pone de manifiesto cómo grupos y estilos de música que arrasaban en estos ámbitos de población, como pueden ser Camela o ahora el reggaeton, no tienen la bendición de la cultura oficial, que ha utilizado las radiofórmulas para estandarizar una música popular ajena a los problemas sociales.


Lenore también hace una interesante crítica a la llamada Movida y a la música moderna, a quien reprocha “su afán de distinción, de tribu y de no haber explorado los conflictos comunes a todos”. Y recoge una maravillosa cita realizada en los ochenta en Madrid por John Peel, locutor de la BBC: “Los grupos modernos no me parecen gran cosa pero Los Chichos o Los Chunguitos son la hostia”.

En este sentido, reprocha también al indie actual (“el género más patrocinado en la historia de la música popular”) su “narcisismo y elitismo” y apunta que “ha degenerado en un discurso de lo más reaccionario”. “Nada más ridículo que los aires de superioridad contracultural de los que mejor sintonizan con la clase dirigente”, sentencia. Por último, recuerda la evidente absurdidad que se impuso en los noventa entre estos grupos españoles de cantar en inglés.

Cine
El crítico Jordi Costa firma el texto más creativo de toda la obra. Utiliza la figura del inexistente crítico y director de cine, Juan Luis Izquierdo, para fantasear sobre lo que podía haber sido un cine español alternativo y valiente y deslizar algunas críticas demoledoras a los modelos dominantes. Costa explica que el costumbrismo populista de Pedro Almodóvar se convirtió en hegemónico en la Transición frente a otras propuestas más valientes, representadas por ejemplo por Iván Zulueta o Eloy de la Iglesia.

Son especialmente divertidas las referencias a la supuesta película perdida de Izquierdo, Instinto, como alternativa a la historia de España en la que Raza y Pulgasari se dan la mano, o a la oportunidad perdida que tuvo José Luis Garci en Las verdes praderas de quemar la casa de la sierra con toda la familia dentro, lamento que comparte un servidor. También merece atención su Diccionario inclemente del cine español. Citaré sólo la definición de Alejandro Amenábar: “El sueño húmedo de la CT. Un cineasta apolítico, inodoro e insípido […] La precisión técnica como perpetuo salvapantallas para camuflar la evidencia de un conjunto vacío”.

Internet
La obra incluye algunos textos previsibles que resaltan el papel de Internet para superar la CT, defienden las descargas o los métodos de compartir archivos y critican a la SGAE. Y es una pena, porque un servidor se ha comprado el libro y, al parecer, resulta que los autores no hubieran visto mal que lo hubiera “compartido”.


El libro aborda otras cuestiones diversas (no se toca la pintura o el llamado arte contemporáneo, por cierto), como el humor (donde se destaca el papel de El Jueves, los chicos manchegos de La Hora Chanante o el que se puede encontrar en Twitter, frente a los modelos dominantes de las últimas décadas, como Martes y Trece), la igualdad (vienen a criticar la hipocresía del feminismo progresista) o hasta el ciclismo (agradeceré siempre en el alma al escritor Gonzalo Torné haberme descubierto el blog ciclismo2005.blogspot.com, escrito por un tal Sergio). Reivindica así con orgullo la calificación de cajón de sastre.

En definitiva, como decía al principio, la obra resulta bastante deslavazada y su crítica y enmienda a la totalidad a lo que llaman Cultura de la Transición parece bastante superficial. Incluso hay quien podría apuntar con malicia que las denuncias sobre la existencia de un paradigma cultural perverso, que no aborda los conflictos reales y que no permite el acceso a los autores disidentes puede esconder también cierto pataleo de quien no ha conseguido el reconocimiento de crítica o público a su obra. O que la llamada Cultura de la Transición que aquí se denuncia no es más que la cultura de masas, con su mercado, sus intereses ocultos, sus referencias, sus injusticias y sus contradicciones. Así parece entenderlo uno de los autores del libro, Carlos Acevedo: “La CT es una variación hispana de la cultura de masas, la cual entiendo como un dibujo de la cultura definido por quien la produce, promueve y distribuye y no por quien la recibe, valora e incorpora a su vida cotidiana”.

En todo caso, y más allá de los reparos que pueda suscitar la obra, hay que reconocer y valorar que iniciativas como ésta suponen aire fresco en el debate cultural de este país. Y que nos iría mejor si tuviéramos todos los meses en las librerías más ejemplos de agitación intelectual.  

1 comentario:

  1. Ya se que llego con bastante retraso, pero no quiero dejar pasar la oportunidad de felicitaros por la reseña: atinada, incisiva y brillante.

    ResponderEliminar