5 jul 2012

Lecciones de ética y responsabilidad, por Marcelo Bielsa


A los españoles nos encanta llenarnos la boca con la extraordinaria ética, responsabilidad y valores que demuestra Marcelo Bielsa, pero solemos referimos a ellos como conceptos etéreos, con escasa demostración práctica. Es en ese terreno donde también se desenvuelven con maestría los periodistas cursis, dando lecciones pomposas e inútiles y amparándose en la autoridad moral del argentino.

Sin embargo, ahora que Bielsa ha aplicado la ética y la responsabilidad a algo tan asquerosamente prosaico y tan en las antípodas del carácter español como acabar una obra en tiempo y forma, nos ha descolocado completamente.

Según cuentan, resulta que al técnico argentino del Athletic le habían prometido que las actuaciones de remodelación de Lezama estarían listas para el inicio de la pretemporada. Me imagino que los responsables del club, sin dar ninguna importancia al requerimiento del técnico, adoptarían pese a ser de Bilbao Bilbao esa actitud tan española de “sí, sí, tranquilo, la obra irá bien”. Y supongo que la empresa también acabaría abrazando sin otorgarle excesiva trascendencia esa costumbre tan, tan española de retrasarse en las obras.

Bielsa pasea por las obras inacabadas

Lo que no imaginaban ni el club ni la empresa es que Bielsa se toma los compromisos en serio (ya ven, qué ridiculez) y le gusta que la gente cumpla su palabra y sus contratos y realicen sus trabajos según lo convenido. Y deberían haberlo hecho, porque con un tipo al que Pep Guardiola pide una entrevista y acaba encerrado sin piedad varios días hablando de fútbol ininterrumpidamente, hay que tener cierta cautela. Así que Bielsa, ante la situación de los trabajos, se pasó por Lezama y decidió pedir explicaciones: "Ante la falta de otra autoridad de la empresa que hacía la obra, decidí hablar directamente con el jefe de obra; lo llamé a mi vestuario para decirle que las obras no estaban bien hechas, que no iban a estar en la fecha prevista y que, sobre todo, eran un engaño y una estafa”, ha explicado hoy en rueda de prensa. Posteriormente, discutió con él y, según sus propias palabras, se comportó "como un salvaje" y lo echó de las instalaciones.

Al parecer, y según han explicado los medios, los obreros, en una actitud supuestamente digna, se negaron a ir a trabajar los siguientes días en respuesta a la actitud del argentino. Pero Bielsa hizo algo aún más digno. Fue a la comisaría a denunciarse a sí mismo por haber maltratado al jefe de obra. Imagino que el policía que tramitó la denuncia todavía debe de estar en estado de shock, no sólo porque una persona se presente voluntariamente a decir que ha hecho algo mal, sino por el monólogo que le debió soltar el argentino. También supongo que todos los periodistas de Bilbao le estarán buscando por tierra, mar y aire porque, como decía hoy Oier Fano en Twitter, esa entrevista habría que guardarla como oro en paño.

En definitiva, Bielsa nos ha dado en unos días dos lecciones de ética y responsabilidad inolvidables. Pero no de las que disfrutan y jalean los españoles y los periodistas cursis, sino de las terrenales y desagradables. En una histórica rueda de prensa, ha hecho tambalear dos costumbres hispánicas tan arraigadas e intocables como las de no acabar una obra a tiempo y no autoinculparse de nada. Ello nos obligará inevitablemente a refugiarnos en el otro periodismo deportivo de referencia, el del jijí jajá, y llamarlo “Loco”.


P.D. Ya que he hablado de periodistas, Bielsa ha manifestado hoy: "Tengo muy mal concepto del periodismo y de los periodistas como colectivo, aunque peor concepto tengo de los entrenadores"

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