Como decirle a tu pareja que no aguantas a su hermana, a veces
resulta complicado valorar en su justa medida películas levantadas con esfuerzo
y hasta heroísmo por chavales con talento que se intentan ganar la vida en esto del cine. Si además los autores son de los nuestros, se lo han currado durante años colgando sus
vídeos en Youtube y tratan ahora de buscar algún tipo de modelo de negocio en
el formato tradicional de pantalla grande, parece aún más embarazoso cuestionar
su proyecto.
Digo esto por la reciente película El mundo es nuestro, meritorio salto de Alfonso Sánchez (también
director) y Alberto López desde Internet a las salas de cine, que ha cosechado
bastante cariño y adhesiones entre crítica y público pero que, lamentablemente,
tampoco ha tenido el impacto que todos hubiéramos deseado (pero bueno, como
esto de la taquilla española va dependiendo cada vez más de los informativos de Mediaset, poco margen queda para los demás).
En la obra, los conocidos personajes de Youtube el Culebra y el Cabesa, chavales de barrio de Sevilla o tiesos (Sánchez y López
interpretan también en la red a sus antagonistas pijos, los llamados
compadres), deciden asaltar un banco y, a partir de ahí, se desarrolla una
comedia disparatada bastante desigual.
Los más entusiastas han definido en un alarde de generosidad
la película como una especie de Tarde de
perros berlanguiana a la sevillana. Sin embargo, las primeras referencias
que me vienen a la cabeza tras su visionado se acercan más a los clásicos debates de Los Morancos entre las caricaturas del facha y el izquierdista gay o a las parodias
sobre la sociedad vasca del programa Vaya
semanita.
Porque el humor de Sánchez y López se basa casi en
exclusiva en el resbaladizo y probablemente agotado terreno de los topicazos sin excesivos matices o, como
les gusta decir a ellos, de la particular idiosincrasia en que nos
desenvolvemos, con todo lo bueno y malo que eso pueda conllevar. A partir de aquí, se se intenta construir una especie de crítica social que desgraciadamente resulta
algo simple y superficial. La película se ríe de todos los lugares comunes,
injustos o no, que podamos imaginar sobre la sociedad sevillana y renuncia a
buscar nuevos o valientes registros en el siempre complicado género de la
comedia.
Pero, por las razones que apuntaba al principio, vamos a
enterrar aquí las carencias de la obra. Porque sí que es cierto que Sánchez logra
evitar la amenaza del simple conjunto de gags y escribe un texto coherente y
cerrado, con momentos realmente hilarantes, como la desorientación de la
aplicada policía de Burgos que no entiende la particular idiosincrasia en que
nos desenvolvemos, o las desternillantes apariciones de una reportera de
televisión que cubre el asalto. Y lo dirige con solvencia pese a los escasos
recursos con los que parece contar, manteniendo un ritmo aceptable que evita
que la película se venga abajo en ningún momento.
Y lo más importante: en
conjunto, el film es bastante divertido. Así que no se lo pierdan.
Esperemos que tanto los tiesos
como los compadres sigan teniendo
éxito con sus proyectos, destrozando idiosincrasias y que puedan realizar más
películas. Y así, si un día triunfan y salen a hombros de la Maestranza,
podremos pasar nuestra tristes tardes escribiéndoles absurdas críticas
destructivas que no va a leer nadie. Porque, una vez que la relación se consolida, ya no hay problema
alguno en poner a parir a tu cuñada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario