15 nov 2012

La particular idiosincrasia en que nos desenvolvemos


Como decirle a tu pareja que no aguantas a su hermana, a veces resulta complicado valorar en su justa medida películas levantadas con esfuerzo y hasta heroísmo por chavales con talento que se intentan ganar la vida en esto del cine. Si además los autores son de los nuestros, se lo han currado durante años colgando sus vídeos en Youtube y tratan ahora de buscar algún tipo de modelo de negocio en el formato tradicional de pantalla grande, parece aún más embarazoso cuestionar su proyecto.

Digo esto por la reciente película El mundo es nuestro, meritorio salto de Alfonso Sánchez (también director) y Alberto López desde Internet a las salas de cine, que ha cosechado bastante cariño y adhesiones entre crítica y público pero que, lamentablemente, tampoco  ha tenido el impacto que todos hubiéramos deseado (pero bueno, como esto de la taquilla española va dependiendo cada vez más de los informativos de Mediaset, poco margen queda para los demás).

En la obra, los conocidos personajes de Youtube el Culebra y el Cabesa, chavales de barrio de Sevilla o tiesos  (Sánchez y López interpretan también en la red a sus antagonistas pijos, los llamados compadres), deciden asaltar un banco y, a partir de ahí, se desarrolla una comedia disparatada bastante desigual.



Los más entusiastas han definido en un alarde de generosidad la película como una especie de Tarde de perros berlanguiana a la sevillana. Sin embargo, las primeras referencias que me vienen a la cabeza tras su visionado se acercan más a los clásicos debates de Los Morancos entre las caricaturas del facha y el izquierdista gay o a las parodias sobre la sociedad vasca del programa Vaya semanita.

Porque el humor de Sánchez y López se basa casi en exclusiva en el resbaladizo y probablemente agotado terreno de los topicazos sin excesivos matices o, como les gusta decir a ellos, de la particular idiosincrasia en que nos desenvolvemos, con todo lo bueno y malo que eso pueda conllevar. A partir de aquí, se se intenta construir una especie de crítica social que desgraciadamente resulta algo simple y superficial. La película se ríe de todos los lugares comunes, injustos o no, que podamos imaginar sobre la sociedad sevillana y renuncia a buscar nuevos o valientes registros en el siempre complicado género de la comedia.

Pero, por las razones que apuntaba al principio, vamos a enterrar aquí las carencias de la obra. Porque sí que es cierto que Sánchez logra evitar la amenaza del simple conjunto de gags y escribe un texto coherente y cerrado, con momentos realmente hilarantes, como la desorientación de la aplicada policía de Burgos que no entiende la particular idiosincrasia en que nos desenvolvemos, o las desternillantes apariciones de una reportera de televisión que cubre el asalto. Y lo dirige con solvencia pese a los escasos recursos con los que parece contar, manteniendo un ritmo aceptable que evita que la película se venga abajo en ningún momento. 

Y lo más importante: en conjunto, el film es bastante divertido. Así que no se lo pierdan.

Esperemos que tanto los tiesos como los compadres sigan teniendo éxito con sus proyectos, destrozando idiosincrasias y que puedan realizar más películas. Y así, si un día triunfan y salen a hombros de la Maestranza, podremos pasar nuestra tristes tardes escribiéndoles absurdas críticas destructivas que no va a leer nadie. Porque, una vez que la relación se consolida, ya no hay problema alguno en poner a parir a tu cuñada.

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